HABILIDADES BLANDAS

Las habilidades blandas, conocidas por su denominación en inglés como soft skills, son aquellas capacidades de la persona relacionadas con las áreas que se consideran inherentes a la inteligencia emocional, ya que implican una combinación de habilidades sociales, comunicativas y valores distintivos propios. Son transversales, subjetivas y por ende mucho más difíciles de cuantificar que las habilidades duras o técnicas.



Como cualquier otra habilidad, también pueden aprenderse. El proceso de desarrollo de habilidades en general, comprende cuatro etapas:




👉 Etapa de INCOMPETENCIA INCONSCIENTE. No se sabe y no se sabe que no se sabe. La persona no es consciente de que no sabe.

👉 Etapa de INCOMPETENCIA CONSCIENTE. No se sabe, pero se sabe que no se sabe. En esta etapa, la persona se da cuenta de que hay saberes o habilidades que necesita aprender y desarrollar. Es el momento de decidir si avanza aprendiendo, o se queda en el punto en que se encuentra. Esta etapa exige atención consciente, ya que implica numerosos aprendizajes.

👉 Etapa de COMPETENCIA CONSCIENTE. Se es capaz de hacerlo, pero demanda atención y concentración. Es un período de afianzamiento.

👉 Etapa de COMPETENCIA INCONSCIENTE. La habilidad se automatiza, se realiza de manera inconsciente pues ya está internalizada. 


Las habilidades blandas más requeridas

En la actualidad, se otorga un elevado valor a las habilidades blandas, ya que gran parte del éxito como también la eficiencia y optimización del desempeño de equipos depende mayormente de ellas. Esta clase de habilidades propician climas productivos y ambientes positivos en los que las personas desarrollan un excelente nivel de motivación para fluir hacia las metas, participando activamente en las diversas fases de un proyecto, estando predispuestas a la búsqueda de soluciones ante los conflictos que pudieran surgir, e innovando en la diversidad de actividades en las que se hallan implicadas.

Entre las más demandadas, cabe mencionar:



Gestión del tiempo: uso productivo y eficiente del tiempo, sabiendo combinar los períodos de pausa con los de productividad de manera inteligente. Implica la planificación de las tareas diarias y la puesta en acción de lo planificado. 

Comunicación asertiva: saber dirigirse y entenderse con su equipo de trabajo para transmitir ideas y escuchar las de los demás.

Liderazgo: motivar al equipo y desarrollar al máximo sus potencialidades, logrando que crean tanto en sí mismos como en el proyecto colectivo.

 Escucha activa: se trata de una estrategia comunicacional que genera confianza y que consiste en escuchar con conciencia plena el mensaje tanto verbal como no verbal que está emitiendo un interlocutor.

Pensamiento crítico: capacidad de poner en duda, evaluar, reflexionar sobre las percepciones y/o información, asumiendo un punto de vista fundamentado en base a la comprobación y constatación de datos.

Aprendizaje activo: aprender haciendo, involucrarse con el conocimiento dándole significatividad y transfiriendo los aprendizajes a situaciones nuevas.

Trabajo en equipo: asumir la responsabilidad y el compromiso ante un objetivo compartido, abordando los desafíos y poniendo lo mejor de sí en procura de un alto rendimiento.

Resolución de problemas capacidad de comprender la magnitud de una situación problemática o conflictiva, y las repercusiones que presenta; considerando todos los elementos que intervienen desde su origen hasta una posible solución. Propuesta y selección de soluciones novedosas y efectivas.

Innovación y pensamiento divergente: dos factores claves aquí son la creatividad y la iniciativa. Permite generar y adoptar ideas originales con la certeza de lograr un impacto en el entorno.

Flexibilidad: capacidad de adaptación a los cambios, de manera que se mantenga actualizado y en constante crecimiento intelectual, procedimental y cultural.

Toma de decisiones: habilidad para resolver situaciones eligiendo las opciones más favorables y asumiendo la responsabilidad ante la decisión tomada.

Enfoque: capacidad para dirigir los actos hacia el logro de los objetivos, descartando todo aquello que sea irrelevante o de poca importancia para tal fin. Implica la optimización en el aprovechamiento de los recursos.

➮  Resiliencia: sobreponerse de manera efectiva a las adversidades o contratiempos

Negociación y gestión de las relaciones: la habilidad de conciliar acuerdos entre dos o más partes, procurando lo mejor para todos los implicados. 

Autodesarrollo: interesarse por el crecimiento personal y el desarrollo de sus propios talentos, dándose la oportunidad de encontrar nuevos intereses en los cuales ahondar.


La lista no se agota aquí. Son realmente numerosas y en la actualidad se reconoce el valor que significan para las organizaciones, instituciones y empresas, como para la vida personal. Se ha demostrado que quienes se entrenan en estas habilidades elevan su porcentaje de productividad. Estas competencias blandas son identificadas también como habilidades del siglo XXI. Ya no es suficiente haber logrado los conocimientos propios de una carrera; hoy se considera  imprescindible, además, la puesta en acción de las habilidades blandas en cualquier ámbito profesional.





María José Sánchez - Neuropedagoga






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