UNO, DOS, TRES... ¡FÚTBOL!
Hoy inicia un nuevo campeonato mundial de fútbol, un deporte que cuenta con millones de seguidores, personas que acompañan el proceso con una pasión profunda; al punto de experimentar toda clase de emociones.
Por otra parte la sobre implicación negativa con el evento deportivo, la falta de control inhibitorio o la pobreza en la autogestión emocional puede redundar en perjuicios para la salud física y mental de las personas ocasionando ataques cardíacos, insomnio, ansiedad, disminución del rendimiento, reacciones emocionales desmedidas, agresiones verbales, violencia física. El intenso estrés prolongado en el tiempo da lugar a una serie de alteraciones fisiológicas, como la hipersecreción de cortisol que se ocupa de poner al organismo en alerta bloqueando aquellas funciones que no son básicas para la supervivencia, a la vez que envía señales para la producción de adrenalina provocando un incremento de la presión sanguínea, como de la frecuencia cardíaca.
Mayormente, simpatizar con un equipo de fútbol responde a una necesidad de identidad, de hallar el sentido de pertenencia, sumado a que esta pasión suele transmitirse de padres a hijos con experiencias que, desde la infancia, dejan huellas emocionales significativas. Interviene sin dudas el elemento social que posibilita crear y fortalecer lazos con las personas que lo disfrutan (o lo sufren) juntas, compartir este tiempo de ocio con familiares, amigos o incluso desconocidos. Los llamados "químicos de la alegría" - las endorfinas-, que se ocupan del aumento del bienestar emocional y ayudando a reducir el dolor, son los grandes invitados a esta fiesta.
El fútbol es una oportunidad para que florezca el sentimiento de emoción colectiva y eso permite integrarse. Quienes aprecian este deporte tienden a ver las contiendas en grupos, estableciendo intercambios de opiniones y, por lo general, los encuentros deportivos redundan en reuniones y camaradería. Las personas que acuden solas a los estadios, generalmente conversan con los hinchas que se hallan más próximos. Esto ocurre porque la situación provoca la estimulación de las neuronas espejo, que controlan la empatía y la identificación emocional con las demás personas. De este modo, se producen conductas en masa, como alentar con los clásicos cánticos de las hinchadas, o reclamar ante una injusticia, aunque no la haya visto directamente, uniéndose al reclamo colectivo. Muchas conductas violentas, a su vez, se contagian de la misma manera a partir de la frustración o la ira que puede ocasionar el desempeño del equipo con el que se identifican los aficionados.
Existe una línea muy sutil entre disfrutar del partido de fútbol o convertirlo en una fuente de estrés y negatividad. Hay quienes tienden a descontrolarse y enfadarse, transmitiendo esos comportamientos a los niños que los absorben y luego los reproducen con naturalidad; o desencadenando una violencia generalizada que puede acabar en serios disturbios.
Ahora que está a punto de iniciar un nuevo campeonato mundial, repasemos los beneficios psicológicos de simpatizar con este deporte y dispongámonos a disfrutarlo de la mejor manera.
👉 Promueve la unidad entre las personas, al identificarse con un equipo, con un objetivo, y con los sentimientos compartidos ante la victoria o la derrota.
👉 Se asocia con la alegría. Aún cuando muchas veces los resultados no son los deseados, este deporte se vincula mayormente con la sensación de alegría.
👉 Permite desconectar, distenderse de las preocupaciones de la vida diaria.
👉 Ejerce un efecto terapéutico: invita a unirse a un sueño, genera nuevas ilusiones, ofrece un espacio de contención socioemocional.
👉Favorece la expresión emocional en un ambiente en que nos sentimos más libres y contenidos: alegría, frustración, desconsuelo, euforia, ansiedad...
👉 Si eres de los no aficionados al fútbol, tendrás tiempo para ti, para tu uso personal mientras los demás estén ocupados con el partido.
María José Sánchez - Neuropedagoga
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