INTELIGENCIA EMOCIONAL: EL "BACKSTAGE" DE LA ENVIDIA

¿Quién no se ha cruzado alguna vez con un envidioso?¿Quién no ha sentido envidia alguna vez? Pues, cualquiera de las opciones ha de servirnos para reflexionar acerca de este sentimiento. ¿Qué hay detrás de la máscara de la envidia?



Por tratarse de un sentimiento es el agregado de una emoción básica (tristeza, ira) que es espontánea e inevitable y un pensamiento que surge de la comparación con otros. 

Las personas que sienten envidia -temporal o permanente-, en realidad esconden un trasfondo de enojo, dolor, inseguridad, tristeza, desvalorización al creer que no pueden lograr lo que otras personas han alcanzado. Suelen pensar que aquello que otros tienen o han logrado, sería la razón de su felicidad pero no se sienten aptos para obtenerlo.

Una persona que experimenta envidia hacia otros, está poniendo en evidencia una autoestima dañada y empobrecida. Se envidian los logros, el éxito, la popularidad, el dinero, las relaciones... Napoleón Bonaparte, lo expresó muy bien al indicar que "la envidia es una declaración de inferioridad".

No existe eso de envidia "sana", no hay diferencia excepto que es una excusa para evitar la culpa que podría generar este sentimiento, especialmente cuando es hacia personas que se les tiene aprecio.

La envidia siempre desenmascara alguna carencia. Si nos sintiéramos a gusto y realizados en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, en nuestra carrera profesional, si estuviéramos a gusto con nuestra vivienda y demás pertenencias... no habría espacio emocional para la envidia.

Se trata de un sentimiento inherente a la interacción social, que se origina en una evaluación negativa de uno mismo a partir de la comparación con los demás. 

Algunas creencias limitantes que subyacen a este sentimiento:
👉 Quiero lo que otros tienen y no puedo lograrlo por mí mismo.
👉 La vida trata a los otros mejor que a mí. Les da todo lo que a mí me niega,
👉 No tengo recursos suficientes para lograr lo que los demás tienen.
👉 Todo es cuestión de suerte. A  mí nunca se me da.
👉 Jamás podré lograr eso.
👉 Nació en "cuna de oro", tiene la vida servida. Así, cualquiera. 
👉 No puedo alcanzarte, mucho menos superarte.



La persona envidiosa:
👉 Siente frustración, manifestada como enojo, ante los logros ajenos.
👉 Percibe una carencia que le genera angustia.
👉 Pone el foco en sus faltantes y no en sus fortalezas.
👉 Intenta vengarse queriendo opacar el brillo del otro.
👉 Opina y juzga a los demás, olvidándose de vivir su propia vida.
👉 Expresa un deseo de destrucción, de dañar lo que los demás han logrado o construido.
👉 Siente celos por lo que otros han conseguido.
👉 No reconoce el esfuerzo ni el merecimiento para llegar al objetivo, intenta desvalorizar o descalificar a los demás. 
👉 Pone obstáculos para evitar que las personas alcancen sus metas o las disfruten.
👉 Tiene un alto grado de inseguridad respecto a sus capacidades, por eso no puede soportar que otros superen sus desafíos personales y alcancen sus objetivos.
👉 Busca aliados para "fortalecer" su postura.
👉 Trata de influenciar a los demás en su modo de ver al exitoso, aunque tenga que recurrir a la calumnia o la mentira.
👉 Siente dolor e impotencia ante las conquistas de sus semejantes.
👉 Se siente inferior al compararse con las demás personas.


Si reconoces que sientes o has sentido envidia, no debes quedarte en la culpa o la vergüenza, sino que -como todo sentimiento o emoción que se hace consciente-, es un llamado a revisar los patrones y creencias que están guiando tu modo de actuación, como también tus procesos internos en la toma de decisiones para operar los cambios propicios, de modo que pongas en juego tus habilidades sociales, fortaleciéndolas o desarrollando las que aún se encuentran en estado potencial.

La envidia se vale de recursos como la crítica, la murmuración o el chisme. La intolerancia es, con frecuencia, el tinte que tiñe los modos de relación del envidioso. Al estar tan centrado en el triunfo de los demás, se pierde la oportunidad de trabajar en su propio triunfo. Así, a modo de círculo vicioso, cada vez está más alejado de aquellos éxitos que quisiera mostrar a todos. Sin dudas que quien cultiva este tipo de sentimientos, está desenfocado de sus metas y propósitos.

Para salir de ese estado, reconecta con tu búsqueda personal, es tu propósito lo que dará sentido a tu vida: tus objetivos y tus metas te llevarán a superarte, realizarte y encontrar la satisfacción de la superación. Deja que el éxito de otros te inspire: reconoce el proceso, las estrategias, las motivaciones... pero plantéate con claridad quién eres, qué quieres, qué estás dispuesto a dar por tus objetivos, qué es lo que te hace feliz.

Tener tus sueños, proyectarte, ser cada día tu mejor versión es lo que te proveerá los elementos para construir una autoestima fortalecida y descubrir que las limitaciones están en tu mente, vinculadas a lo que crees de ti mismo. Cuando encuentras tu propia motivación, te desapegas de las opiniones ajenas, dejas de compararte, hallas la guía de tu brújula interna que no son ni más ni menos que tus propias emociones y sentimientos señalándote la senda mejor para tu crecimiento, desarrollo y conexión con el mundo.

¿Qué hacer cuando alguien demuestra que te envidia?
👉 Crece todo lo que puedas, no te distraigas.
👉  Sólo has de compararte contigo mismo para seguir avanzando. 
👉  Ten en claro que no tienes que ser o actuar de acuerdo a los patrones, creencias u opiniones ajenas.
👉 Evita ponerte a la defensiva. No pierdas paz ni tiempo intentando responderle. 
👉 Permanece alerta para reconocer quiénes de los que te rodean merecen tu confianza, pero no desgastes tu energía en eso, ni pierdas el foco de tus planes.
👉 Contempla de quién viene la envidia, ten compasión, pero no entres en su juego.

¿Qué hacer cuando tú sientes envidia?
👉 Acepta el sentimiento para poder gestionarlo positivamente. 
👉 Identifica su origen y evita juzgarte, sólo siente.
👉 Pregúntate qué carencia o deseo insatisfecho hay detrás de ese sentimiento.
👉 Plantéate qué podrías hacer para lograr llegar a la meta que satisfaga tu deseo.
👉 Siéntete merecedor de ese logro.
👉 Visualiza tu triunfo: implica todos los sentidos al visualizar. Conecta emocionalmente con el momento del objetivo cumplido.
👉 Reconoce que la felicidad no se vincula a un objeto que envidias, sino a la satisfacción de haber superado los obstáculos y alcanzado la meta, en demostrarte a ti mismo que eres capaz y merecedor.
👉 Valora lo que tienes y lo que eres. Toma conciencia de lo que se te da bien, de tus talentos y virtudes. Agradece profundamente. Deja que la gratitud te invada mentalmente, emocionalmente y espiritualmente.



María José Sánchez - Neuropedagoga





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