NEUROTIPS PARA LA COMUNICACIÓN ASERTIVA: LENGUAJE POSITIVO
Sin duda que el lenguaje esconde muchas de las claves para relacionarnos con el entorno y desarrollar nuestras potencialidades. Así mismo, es la vía que le permite a los demás, relacionarse con nosotros. Por lo tanto, saber gestionar la comunicación con asertividad es una estrategia que nos abrirá más de una puerta y nos acercará a las metas.
Tanto construir el mensaje que emitimos, como decodificar aquel que estamos recibiendo valiéndonos de los recursos adecuados, nos genera ventajas a la hora de tomar decisiones, compartir ideas, educar a nuestros hijos o estudiantes e interactuar socialmente.
La comunicación asertiva puede considerarse un talento -que integra el conjunto de las habilidades blandas o soft skills-, cuyos pilares son:
👉 Lo que decimos
👉 Cómo lo decimos
👉 Gestualidad
En lo que respecta a lo que decimos, es decir, al modo en que estructuramos las frases, generalmente hay una tendencia al uso de un lenguaje negativo: el empleo excesivo del "no", la queja, el malestar. Estas expresiones hacen que nuestro cerebro se focalice en lo que no quiere, alejándose -por tanto- del objetivo.
Se sabe que para el cerebro la palabra "NO" representa un elevado nivel de abstracción, ya que carece de una imagen mental. Por ejemplo: si le decimos a un niño: "No pienses en el compañero que te molesta", seguramente la imagen que le vendrá a la mente será la del "compañero que te molesta". Para lograr el resultado que queremos, debemos poner el foco en lo que sí se desea traer a la mente y enunciarlo de manera positiva, con una frase que le lleve a la acción esperada: "Piensa en las personas que te queremos", "Piensa en lo feliz que eres con tus amigas". Lejos de significar escaparse de lo que está ocurriendo, a través de los enunciados positivos, guiamos a la mente a encontrar el camino deseado. En este caso, enfocarse en las personas que sí lo quieren le ayudarán a revisar el tipo de relaciones y de estrategias que está usando, le permitirá tomar decisiones sobre el asunto y hasta podrá cambiar su punto de vista respecto a la persona con la que se plantea el conflicto.
El reconocido psicólogo Milton Erickson, refiriéndose al uso del "no", explicaba que para negar la frase, primero hay que traerla a la mente. Así cuando le decimos a alguien "No es bueno que mientas", lo primero que procesará en su mente es la frase sin el "no": "... es bueno que mientas", para después negarla. De modo que tiene dos frases en mente, con la atención más orientada a la primera.
Esto hace que expresar las ideas mediante afirmaciones positivas, refuerza las probabilidades de lograr lo que nos proponemos al comunicarnos. En lugar de decir "No es bueno mentir", cambia por "Es bueno decir la verdad", así se estará poniendo la atención en lo que sí queremos, en vez de dividirla en enunciados contradictorios que no son procesados con la misma intensidad, como se dijo anteriormente.
La comprensión del "NO" implica un proceso de construcción, no solamente para los niños. A muchos adultos, también les cuesta reconocer y aceptar el NO. En la era donde la tecnología nos acostumbra a la inmediatez de la respuesta, hay muchas personas a las que les resulta demasiado frustrante retrasar la gratificación esperada, o asumir que la otra persona disiente en otorgarle lo que espera.
Usar frases en positivo es una estrategia que da claridad y precisión al discurso del emisor, permitiendo al receptor una mejor comprensión que evita discusiones y malos entendidos, a la vez que propicia la captación mental de la conducta requerida.
Como adultos, debemos entender que para los niños hasta los 6 años aproximadamente, el "no", además de ser un concepto abstracto, se contrapone a la necesidad innata de exploración del entorno y la búsqueda natural del desarrollo de su autonomía como la expresión de su iniciativa y creatividad. Vale decir que se encuentran frente a un dilema entre obedecer a los adultos o responder a su impulso biológico de desarrollo en interacción con los elementos del contexto en el que crece.
Volviendo al tema de los enunciados positivos, inicia los cambios en el modo de estructurar las frases y seguramente verás resultados. Este es uno de los pilares. Es esencial que haya coherencia además entre cómo decimos lo que decimos y lo que comunicamos mediante la gestualidad. Por ejemplo: si pido calma, el tono con que lo hago debe contagiar esa calma y los gestualidad -tanto del rostro como del resto del cuerpo-, debe comunicar lo mismo.
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