NEUROTIP: QUINCE MINUTOS DE LECTURA

 


 























Nuestro cerebro está diseñado genéticamente para la conservación de la vida. La actividad de lectura no forma parte de este kit de supervivencia con el que llegamos al mundo. La capacidad de hablar, que marcó una de las principales diferencias en la especie humana, se desarrolló hace más de dos millones de años. Sin embargo, la capacidad de leer es mucho más reciente. Los científicos hablan de unos 6.000 años atrás, como una respuesta frente a la necesidad de establecer la comunicación más allá del entorno inmediato. 

Es por esto que el aprendizaje de la lectura se transmite de un modo cultural. Lo que lo hace posible es la neuroplasticidad y requiere un proceso de ejercitación que está condicionado por la maduración de determinadas áreas cerebrales. Si bien, cada cerebro madura en su tiempo, en general esta maduración se completa mayormente hacia los 7 años. Por esta razón, la neuropedagogía sugiere a la educación formal que sea a esta edad cuando se inicie la enseñanza de la lectura en la escuela. Reitero que no significa que el niño no pueda aprender a leer antes, sino que en un ámbito de encuentro interactivo de la diversidad como son las instituciones educativas, es apropiado considerar la igualdad de condiciones que permita un desarrollo motivador y feliz de todos los estudiantes. A los siete años, de acuerdo a las investigaciones, los niños se han desarrollado lo suficiente como para captar la lectura de una manera significativa, aprendiendo a disfrutar de ella, es decir, involucrando positivamente sus emociones y sentimientos.

Por el contrario, forzar la lectura al exigirla de manera prematura, somete al niño a una experiencia de sufrimiento y frustración que no conlleva ninguna justificación válida, ya que ni le proporciona ventajas académicas ni lo hace más inteligente.

En los tiempos que corren, la tecnología incide notablemente en las maneras de estimulación de las funciones cerebrales. Así, la navegación en Internet lleva a mantener el foco de atención por períodos muy cortos, a la vez que demanda el cambio constante. Esto afecta directamente el desarrollo de la atención ejecutiva, que es la que utilizamos para diseñar un plan de trabajo ya que nos permite detenernos y pensar antes de actuar. La lectura beneficia notablemente la adquisición y desarrollo de ésta y las otras funciones cognitivas superiores.



Enamórate de la lectura. Si puedes transmitir a tus hijos y a tus estudiantes la pasión por leer, les habrás dejado una de las más valiosas herencias a la que pueden acceder.

María José Sánchez - Neuropedagoga




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